jueves, 16 de agosto de 2012

HAMBRE Y FRÍO….PARA LA FELICIDAD



Confucio decía que: “hay que educar con un poco de hambre y frío”. Educar para la felicidad desde la primera infancia requiere adquirir conductas esenciales a este concepto, pues si de chico se tiene todo, y se satisfacen las necesidades en exceso, seguramente se estarán formando personalidades que creen tener derecho a todo, por ser el centro del universo, y mientras se es chico eso sucede, los niños son el centro del hogar, peor aún muchas veces los padres por sus múltiples ocupaciones remplazan cariño y calidad por cantidad de regalos, o le dan gusto a sus hijos en todo, entonces jamás se aprende a luchar por sueños, mucho menos a esforzarse, hay que educar con “normas”. Pues si bien existen derechos también hay deberes, y estos se inculcan desde  la primera infancia.

Obviamente este aprendizaje debe estar basado en el amor, con un lenguaje cargado de sentimiento, hay que tener presente que desde la gestación se les debe hablar a los niños, de esta manera se educa el cerebro, se estimula el hemisferio izquierdo y el lóbulo temporal. 

En los últimos meses de embarazo el bebé ya identifica la voz de la mamita, e inclusive se angustia cuando ella se estresa, es más cuando empiezan asistir a su jardín infantil, se enfrentan a la “dura realidad” de que no son el centro del universo, y los niños deben educarse para el futuro real, en donde se defienden con actitud y autonomía, es educar para respetar, tolerar, ejercitar la paciencia, por eso hoy el artículo se identifica con la frase de Confucio, si desde bebés se le enseña que la comida no se bota y se come lo que hay, sin nuevas preparaciones, ni domicilios, el niño va aprendido perfectamente como es vivir con respeto, además hay que decirles no de vez en cuando, jamás usar el no para descalificar, juzgar, condenar, el no, para restringir antojos, por ejemplo se le compra solo un juguete escoge uno entre varios pero solo uno, porque si se cede a todos sus antojos.. Por favor! serán chicos atiborrados de bienes materiales, comodidades y tecnologías, el frío y el calor será para ellos cuestión del termostato.
Los educadores para la felicidad deben fortalecer y estimular, voluntad, confianza, autonomía, para que en su adolescencia, juventud sean chicos sanos, armónicos y equilibrados y por encima de todo considerados y agradecidos con la vida que les tocó. Volvamos a Confucio que decía “Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío”. Por eso las normas son importantes y aunque parezca inverosímil, las normas son sinónimos de amor, y si de regalos se trata los educadores de la felicidad regalan a sus niños tiempo con calidad y amor y así los infantes crecen felices en el amor y en la confianza mutua. Y como ya he dicho anteriormente recuerden que el mejor maestro es el ejemplo.

Con Caricias Calientitas


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